Hola Fisgón,
Siendo Febrero un mes especialmente caluroso y dado que un adulto con medianas obligaciones tendrá que usar terno (o al menos camisa y pantalón) en algún momento del mes, tuvo la estadística la maldita idea de elegirme a mi; peatón profesional, para encomendarme la misión de usar zapatos de cuero bien lustrados, medias de hilo veraniegas, pantalón de tela azul marino sostenido por esa correa que mantiene dentro de los límites de la cintura a la camisa de manga larga. Evidentemente todo este ceremonioso atuendo iba acompañado de una sofocante corbata anudada alrededor del cuello que no permite el libre acceso del reparador vientito fresco.
Todas las otras posibles fuentes de acceso de airecito estaban restringidas por la correa y una serie de botones que generaban un efecto invernadero con precipitaciones saladas en la zona de la espalda y axilas.
Encontrándome en este dilema y caminando por las asfixiantes calles, tuve una visión, un sueño de opio. Pensé que siendo mes de carnavales y sufriendo disfrazado de pingüino, algún buen samaritano saldría en mi defensa para calmar mis ansias de frescura. Esperaba que una ráfaga helada de agua golpeara mi sudada espalda y que una granada marca “payasito” aterrizase sobre mi recalentado cerebro.
Fue así que reduje la velocidad de crucero para rastrear huellas de algún carnavalesco aguacero salvador. Mi tristeza y nivel de humedad pegajosa llegaron a niveles peligrosos luego de caminar más de 10 cuadras pues me descubrí perdido frente a cualquier rastro de el globito color rosa, verde, rojo o amarillo que esperaba con las mismas ansias con las que se espera que ese retraso en la menstruación fuera solo eso… un retraso.
Pero el destino quiso que sea así, tenía programado para mi un penoso y lento viaje donde la única fuente de agua que encontraría estaba a la venta en botellas de a litro.
Hoy, con la frescura del dios Eolo recorriendo mis calzoncillos sueltos resguardados por un amplio short de verano y armado con mi polo de manga corta 100% algodón, cuestiono el status del sublime carnaval que rinde homenaje a Poseidón (no es casualidad que Poseidón sea el padre de Eolo, ahora ya entiendo más a los griegos).
En dónde quedó la tradición de la mojadera?
Dónde están los joeputas mojadores de Febrero cuando uno mas los necesita?
Será que las tradiciones se están perdiendo por la falta de narradores que revivan las ocurrencias de Carnavales?
Señores, quedan 4 días… tomemos las calles, démosle el descanso prometido a todos los peatones que como yo no tuvimos la suerte de estar por las calles correctamente vestidos para la ocasión. Desempolvemos los baldes y pistolones de agua y enjuagamos las saladas emanaciones de los caminantes. Seamos ese oasis que sale intempestivamente para dejar goteando al implicado.
No dejemos que muera una tradición!!!
El Fisgón
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