jueves, 12 de febrero de 2009

Las caras de la madrugada

Hola Fisgón,

Luego de sufrir una sequía cerebral severa causada por una serie de factores que no son de importancia capital, estos miopes ojos fisgones recuperaron el tono mientras rayaban suela cerca de las 4:30 de la madrugada.

Si bien muchas veces había caminado en zigzag de madrugada teniendo particular cuidado de no pisar nada desagradable y concentrándome en llegar a mi destino sin detener el paso para no dormirme en ninguna pared de la ruta, esta vez, en el mismo estado deplorable en el cual me encontraba, decidí regresar rápidamente a mi casa antes de que mi cuerpo no fuera capaz de hacerlo bajo sus propios medios y, aprovechando mi pseudo estado de conciencia pude observar bajo el efecto fisgón, en que se convierte la ciudad a altas horas de la madrugada.

Lo primero que llamó mi ya alterada atención fueron las hordas de varones que estando en el mismo estado que yo (o quizás peor… nunca lo sabré), caminan por las calles tratando de enamorar a cuanta mujer transita las multicolores calles de la ciudad a las 4:30 de la madrugada. Esto generó una nota mental. El cerebro masculino en estado de aturdimiento, asume que si una mujer va por la calle de madrugada, es por que la cacería de amantes fortuitos ha fracasado y existe la oportunidad de que, con un galante piropo, uno pueda conseguir una amante literalmente al paso.

Luego una ráfaga de luz, acompañada de un rugido metálico de dientes chancadores me recordó que el camión de basura pasa de madrugada. Noté entonces un bosque negro de bolsas que invaden las calles haciendo mas complicado el andar de los licoreados (y quien sabe que más) transeúntes.

Cual caminata lunar uno tiene que sortear bolsas negras, recoge botellas y quejones gatos que transitan las calles haciendo que cada dos cuadras el corazón salte del susto al notar intempestivamente la presencia de alguno de estos merodeadores nocturnos apareciendo de entre las bolsas como almas en pena.

Cuando ya estaba próximo a llegar a mi añorada cama detecté un auto que me venía siguiendo desde hace ya unas cuadras. Este desconocido vehículo despedía luces de neón al ritmo frenético, casi infernal, de ritos afro latino caribeños gritones que hacían revolotear mi ya cansado ventrículo izquierdo. Se trataba de un taxista buscando levantar pasajero usando la estrategia de “este loco se va a cansar y cuando ya no pueda mas… ZAS… le hago luces y lo subo”. Por suerte en ese momento llegue a mi destino y me encontré con la agradable sonrisa somnolienta del portero del departamento.

Absolutamente alborotado me pregunté: Como diablos no había notado todo esto antes!!!

ABRE LOS OJOS… El Fisgón

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