miércoles, 20 de mayo de 2009
lunes, 2 de marzo de 2009
Publicidad en la calle o calle en la publicidad ???
Hola Fisgón,
Uno de los mayores placeres que le encuentro a mi situación de peatón es el de estar en constante exposición a los diversos acontecimientos que una ciudad tan particular como Lima ofrece. Es pues filosofía de fisgón el estar atento a todos estos elementos que conforman la variopinta Lima, más allá de que si dichos elementos son agradables o desagradables, pues finalmente forman parte de la ciudad por la que transito.
Durante el último año, la difusión de publicidad ha tomado las calles de una manera agobiante y nos hemos convertido en una ciudad que publicita todo tipo de productos y servicios en los lugares menos imaginables gracias al arduo e imaginativo trabajo de los publicistas locales.
Acompañado por un radiante sol, transitaba alegremente una concurrida avenida que tiene como máximo unas 8 cuadras de largo cuando, mi foco visual fue transgredido de manera violenta por una estructura de metal acondicionada sobre una pared. El sobresalto ocular que generó dicho armazón de metal me recordó que debo usar un shampoo particular para que mi pelo quede sedoso y los rulos que he perdido por el transcurso de los años queden bien definidos.
Luego levante la mirada esperando escapar de las hipnotizantes tandas publicitarias y disfrutar de un lindo cielo azul smog, pero un colorido prisma publicitario me recordó que las pantallas planas de una popular marca de televisores son de alta definición, dejándome clavado con la angustia al rememorar mi precario televisor de apenas 21 pulgadas con obeso derrier y ridícula definición.
Sin darme cuenta me vi enfrascado en la absurda necesidad de llevar mis manos a esa delgaducha billetera que se balanceaba alegremente en mi bolsillo delantero derecho, para confirmar que el poder adquisitivo con el que contaba en ese momento permitía hacerme propietario de un café americano y dos cigarros.
Fue así que, con la firme decisión de incentivar el gasto y sin tomar en consideración mi austero plan de ahorro, apresuré el ritmo para transitar las veloces aguas del consumo deliberado y gastar sin preocupación esos valiosos soles que gané con el sudor de mi frente.
Sin embargo, en pleno trayecto a la completa hecatombe fiscal a la que me había condenado, hubo un aviso publicitario que hizo que la razón se impusiera por goleada al absurdo deseo compulsivo del gasto indiscriminado. Nada menos que el Sr. Tongo (al mejor estilo californiano de Baywatch) me recordó que el ahorro es progreso gracias a una acertada campaña de telefonía.
Yo no soy un cucufato que piensa que la publicidad es nociva para la salud pues la decisión final de lo que hago con mi plata es solo mía y es un derecho defendido por nuestra tan toqueteada constitución. Sin embargo creo fielmente que la invasión de las vías públicas por todos estos avisos atenta contra la armonía de la ciudad y se nos esta escapando de las manos hace rato. Ya uno no puede ni hacer pichi tranquilo, pues a un tarado se le ocurrió pensar que mientras mi vejiga destila orín yo puedo estar pensando en que otra cosa comprar.
Dejenme pisar el pasto tranquilo y mejor molesten a los que malogran nuestra ciudad.
El Fisgón
Uno de los mayores placeres que le encuentro a mi situación de peatón es el de estar en constante exposición a los diversos acontecimientos que una ciudad tan particular como Lima ofrece. Es pues filosofía de fisgón el estar atento a todos estos elementos que conforman la variopinta Lima, más allá de que si dichos elementos son agradables o desagradables, pues finalmente forman parte de la ciudad por la que transito.
Durante el último año, la difusión de publicidad ha tomado las calles de una manera agobiante y nos hemos convertido en una ciudad que publicita todo tipo de productos y servicios en los lugares menos imaginables gracias al arduo e imaginativo trabajo de los publicistas locales.
Acompañado por un radiante sol, transitaba alegremente una concurrida avenida que tiene como máximo unas 8 cuadras de largo cuando, mi foco visual fue transgredido de manera violenta por una estructura de metal acondicionada sobre una pared. El sobresalto ocular que generó dicho armazón de metal me recordó que debo usar un shampoo particular para que mi pelo quede sedoso y los rulos que he perdido por el transcurso de los años queden bien definidos.
Luego levante la mirada esperando escapar de las hipnotizantes tandas publicitarias y disfrutar de un lindo cielo azul smog, pero un colorido prisma publicitario me recordó que las pantallas planas de una popular marca de televisores son de alta definición, dejándome clavado con la angustia al rememorar mi precario televisor de apenas 21 pulgadas con obeso derrier y ridícula definición.
Sin darme cuenta me vi enfrascado en la absurda necesidad de llevar mis manos a esa delgaducha billetera que se balanceaba alegremente en mi bolsillo delantero derecho, para confirmar que el poder adquisitivo con el que contaba en ese momento permitía hacerme propietario de un café americano y dos cigarros.
Fue así que, con la firme decisión de incentivar el gasto y sin tomar en consideración mi austero plan de ahorro, apresuré el ritmo para transitar las veloces aguas del consumo deliberado y gastar sin preocupación esos valiosos soles que gané con el sudor de mi frente.
Sin embargo, en pleno trayecto a la completa hecatombe fiscal a la que me había condenado, hubo un aviso publicitario que hizo que la razón se impusiera por goleada al absurdo deseo compulsivo del gasto indiscriminado. Nada menos que el Sr. Tongo (al mejor estilo californiano de Baywatch) me recordó que el ahorro es progreso gracias a una acertada campaña de telefonía.
Yo no soy un cucufato que piensa que la publicidad es nociva para la salud pues la decisión final de lo que hago con mi plata es solo mía y es un derecho defendido por nuestra tan toqueteada constitución. Sin embargo creo fielmente que la invasión de las vías públicas por todos estos avisos atenta contra la armonía de la ciudad y se nos esta escapando de las manos hace rato. Ya uno no puede ni hacer pichi tranquilo, pues a un tarado se le ocurrió pensar que mientras mi vejiga destila orín yo puedo estar pensando en que otra cosa comprar.
Dejenme pisar el pasto tranquilo y mejor molesten a los que malogran nuestra ciudad.
El Fisgón
jueves, 26 de febrero de 2009
Mantengamos nuestras tradiciones !!!
Hola Fisgón,
Siendo Febrero un mes especialmente caluroso y dado que un adulto con medianas obligaciones tendrá que usar terno (o al menos camisa y pantalón) en algún momento del mes, tuvo la estadística la maldita idea de elegirme a mi; peatón profesional, para encomendarme la misión de usar zapatos de cuero bien lustrados, medias de hilo veraniegas, pantalón de tela azul marino sostenido por esa correa que mantiene dentro de los límites de la cintura a la camisa de manga larga. Evidentemente todo este ceremonioso atuendo iba acompañado de una sofocante corbata anudada alrededor del cuello que no permite el libre acceso del reparador vientito fresco.
Todas las otras posibles fuentes de acceso de airecito estaban restringidas por la correa y una serie de botones que generaban un efecto invernadero con precipitaciones saladas en la zona de la espalda y axilas.
Encontrándome en este dilema y caminando por las asfixiantes calles, tuve una visión, un sueño de opio. Pensé que siendo mes de carnavales y sufriendo disfrazado de pingüino, algún buen samaritano saldría en mi defensa para calmar mis ansias de frescura. Esperaba que una ráfaga helada de agua golpeara mi sudada espalda y que una granada marca “payasito” aterrizase sobre mi recalentado cerebro.
Fue así que reduje la velocidad de crucero para rastrear huellas de algún carnavalesco aguacero salvador. Mi tristeza y nivel de humedad pegajosa llegaron a niveles peligrosos luego de caminar más de 10 cuadras pues me descubrí perdido frente a cualquier rastro de el globito color rosa, verde, rojo o amarillo que esperaba con las mismas ansias con las que se espera que ese retraso en la menstruación fuera solo eso… un retraso.
Pero el destino quiso que sea así, tenía programado para mi un penoso y lento viaje donde la única fuente de agua que encontraría estaba a la venta en botellas de a litro.
Hoy, con la frescura del dios Eolo recorriendo mis calzoncillos sueltos resguardados por un amplio short de verano y armado con mi polo de manga corta 100% algodón, cuestiono el status del sublime carnaval que rinde homenaje a Poseidón (no es casualidad que Poseidón sea el padre de Eolo, ahora ya entiendo más a los griegos).
En dónde quedó la tradición de la mojadera?
Dónde están los joeputas mojadores de Febrero cuando uno mas los necesita?
Será que las tradiciones se están perdiendo por la falta de narradores que revivan las ocurrencias de Carnavales?
Señores, quedan 4 días… tomemos las calles, démosle el descanso prometido a todos los peatones que como yo no tuvimos la suerte de estar por las calles correctamente vestidos para la ocasión. Desempolvemos los baldes y pistolones de agua y enjuagamos las saladas emanaciones de los caminantes. Seamos ese oasis que sale intempestivamente para dejar goteando al implicado.
No dejemos que muera una tradición!!!
El Fisgón
Siendo Febrero un mes especialmente caluroso y dado que un adulto con medianas obligaciones tendrá que usar terno (o al menos camisa y pantalón) en algún momento del mes, tuvo la estadística la maldita idea de elegirme a mi; peatón profesional, para encomendarme la misión de usar zapatos de cuero bien lustrados, medias de hilo veraniegas, pantalón de tela azul marino sostenido por esa correa que mantiene dentro de los límites de la cintura a la camisa de manga larga. Evidentemente todo este ceremonioso atuendo iba acompañado de una sofocante corbata anudada alrededor del cuello que no permite el libre acceso del reparador vientito fresco.
Todas las otras posibles fuentes de acceso de airecito estaban restringidas por la correa y una serie de botones que generaban un efecto invernadero con precipitaciones saladas en la zona de la espalda y axilas.
Encontrándome en este dilema y caminando por las asfixiantes calles, tuve una visión, un sueño de opio. Pensé que siendo mes de carnavales y sufriendo disfrazado de pingüino, algún buen samaritano saldría en mi defensa para calmar mis ansias de frescura. Esperaba que una ráfaga helada de agua golpeara mi sudada espalda y que una granada marca “payasito” aterrizase sobre mi recalentado cerebro.
Fue así que reduje la velocidad de crucero para rastrear huellas de algún carnavalesco aguacero salvador. Mi tristeza y nivel de humedad pegajosa llegaron a niveles peligrosos luego de caminar más de 10 cuadras pues me descubrí perdido frente a cualquier rastro de el globito color rosa, verde, rojo o amarillo que esperaba con las mismas ansias con las que se espera que ese retraso en la menstruación fuera solo eso… un retraso.
Pero el destino quiso que sea así, tenía programado para mi un penoso y lento viaje donde la única fuente de agua que encontraría estaba a la venta en botellas de a litro.
Hoy, con la frescura del dios Eolo recorriendo mis calzoncillos sueltos resguardados por un amplio short de verano y armado con mi polo de manga corta 100% algodón, cuestiono el status del sublime carnaval que rinde homenaje a Poseidón (no es casualidad que Poseidón sea el padre de Eolo, ahora ya entiendo más a los griegos).
En dónde quedó la tradición de la mojadera?
Dónde están los joeputas mojadores de Febrero cuando uno mas los necesita?
Será que las tradiciones se están perdiendo por la falta de narradores que revivan las ocurrencias de Carnavales?
Señores, quedan 4 días… tomemos las calles, démosle el descanso prometido a todos los peatones que como yo no tuvimos la suerte de estar por las calles correctamente vestidos para la ocasión. Desempolvemos los baldes y pistolones de agua y enjuagamos las saladas emanaciones de los caminantes. Seamos ese oasis que sale intempestivamente para dejar goteando al implicado.
No dejemos que muera una tradición!!!
El Fisgón
jueves, 12 de febrero de 2009
Las caras de la madrugada
Hola Fisgón,
Luego de sufrir una sequía cerebral severa causada por una serie de factores que no son de importancia capital, estos miopes ojos fisgones recuperaron el tono mientras rayaban suela cerca de las 4:30 de la madrugada.
Si bien muchas veces había caminado en zigzag de madrugada teniendo particular cuidado de no pisar nada desagradable y concentrándome en llegar a mi destino sin detener el paso para no dormirme en ninguna pared de la ruta, esta vez, en el mismo estado deplorable en el cual me encontraba, decidí regresar rápidamente a mi casa antes de que mi cuerpo no fuera capaz de hacerlo bajo sus propios medios y, aprovechando mi pseudo estado de conciencia pude observar bajo el efecto fisgón, en que se convierte la ciudad a altas horas de la madrugada.
Lo primero que llamó mi ya alterada atención fueron las hordas de varones que estando en el mismo estado que yo (o quizás peor… nunca lo sabré), caminan por las calles tratando de enamorar a cuanta mujer transita las multicolores calles de la ciudad a las 4:30 de la madrugada. Esto generó una nota mental. El cerebro masculino en estado de aturdimiento, asume que si una mujer va por la calle de madrugada, es por que la cacería de amantes fortuitos ha fracasado y existe la oportunidad de que, con un galante piropo, uno pueda conseguir una amante literalmente al paso.
Luego una ráfaga de luz, acompañada de un rugido metálico de dientes chancadores me recordó que el camión de basura pasa de madrugada. Noté entonces un bosque negro de bolsas que invaden las calles haciendo mas complicado el andar de los licoreados (y quien sabe que más) transeúntes.
Cual caminata lunar uno tiene que sortear bolsas negras, recoge botellas y quejones gatos que transitan las calles haciendo que cada dos cuadras el corazón salte del susto al notar intempestivamente la presencia de alguno de estos merodeadores nocturnos apareciendo de entre las bolsas como almas en pena.
Cuando ya estaba próximo a llegar a mi añorada cama detecté un auto que me venía siguiendo desde hace ya unas cuadras. Este desconocido vehículo despedía luces de neón al ritmo frenético, casi infernal, de ritos afro latino caribeños gritones que hacían revolotear mi ya cansado ventrículo izquierdo. Se trataba de un taxista buscando levantar pasajero usando la estrategia de “este loco se va a cansar y cuando ya no pueda mas… ZAS… le hago luces y lo subo”. Por suerte en ese momento llegue a mi destino y me encontré con la agradable sonrisa somnolienta del portero del departamento.
Absolutamente alborotado me pregunté: Como diablos no había notado todo esto antes!!!
ABRE LOS OJOS… El Fisgón
Luego de sufrir una sequía cerebral severa causada por una serie de factores que no son de importancia capital, estos miopes ojos fisgones recuperaron el tono mientras rayaban suela cerca de las 4:30 de la madrugada.
Si bien muchas veces había caminado en zigzag de madrugada teniendo particular cuidado de no pisar nada desagradable y concentrándome en llegar a mi destino sin detener el paso para no dormirme en ninguna pared de la ruta, esta vez, en el mismo estado deplorable en el cual me encontraba, decidí regresar rápidamente a mi casa antes de que mi cuerpo no fuera capaz de hacerlo bajo sus propios medios y, aprovechando mi pseudo estado de conciencia pude observar bajo el efecto fisgón, en que se convierte la ciudad a altas horas de la madrugada.
Lo primero que llamó mi ya alterada atención fueron las hordas de varones que estando en el mismo estado que yo (o quizás peor… nunca lo sabré), caminan por las calles tratando de enamorar a cuanta mujer transita las multicolores calles de la ciudad a las 4:30 de la madrugada. Esto generó una nota mental. El cerebro masculino en estado de aturdimiento, asume que si una mujer va por la calle de madrugada, es por que la cacería de amantes fortuitos ha fracasado y existe la oportunidad de que, con un galante piropo, uno pueda conseguir una amante literalmente al paso.
Luego una ráfaga de luz, acompañada de un rugido metálico de dientes chancadores me recordó que el camión de basura pasa de madrugada. Noté entonces un bosque negro de bolsas que invaden las calles haciendo mas complicado el andar de los licoreados (y quien sabe que más) transeúntes.
Cual caminata lunar uno tiene que sortear bolsas negras, recoge botellas y quejones gatos que transitan las calles haciendo que cada dos cuadras el corazón salte del susto al notar intempestivamente la presencia de alguno de estos merodeadores nocturnos apareciendo de entre las bolsas como almas en pena.
Cuando ya estaba próximo a llegar a mi añorada cama detecté un auto que me venía siguiendo desde hace ya unas cuadras. Este desconocido vehículo despedía luces de neón al ritmo frenético, casi infernal, de ritos afro latino caribeños gritones que hacían revolotear mi ya cansado ventrículo izquierdo. Se trataba de un taxista buscando levantar pasajero usando la estrategia de “este loco se va a cansar y cuando ya no pueda mas… ZAS… le hago luces y lo subo”. Por suerte en ese momento llegue a mi destino y me encontré con la agradable sonrisa somnolienta del portero del departamento.
Absolutamente alborotado me pregunté: Como diablos no había notado todo esto antes!!!
ABRE LOS OJOS… El Fisgón
martes, 6 de enero de 2009
El verano no es para todos...
Hola Fisgón,
Ahora que el sol ha vuelto a aparecer resplandeciente en estos días de verano y la ola de calor sofoca a todo peatón que se escuda en la sombra cual beduino en un oasis del desierto, la mayoría de limeños ha mandado al cruel destierro a toda prenda abrigadora de invierno para dar paso a aquellos memorables trapos que delinean las bamboleantes carnes de nuestro acalorados conciudadanos para bien o para mal de este curioso fisgón.
Sin embargo existen algunos emblemáticos representantes de nuestra variopinta ciudad que no se amoldan adecuadamente a esta elevación, en grados centígrados, de la temperatura. Existen aun algunos curiosos sujetos que yendo en contra de toda ley natural, persisten en achicharrarse bajo los indomables rayos de poder de nuestro ancestral dios Wiracocha vistiendo incólumes, ropas fuera de temporada no apta para la estación.
Me causa una escaldadura emocional severa ver a los Metaleros enfrentar el amarillo y caluroso verano enfundando sus representativos trajes negros mientras baten desesperados sus melenas de león africano que niega el acceso de ventilación a sus sudados cuellos. Ilógicamente es una completa afrenta al metal tan solo pensar en usar pantalones cortos, bibidis y/o sayonaras playeras por lo que vagan por la ciudad goteando y sufriendo del húmedo castigo al que sus glándulas sudoríparas los enfrenta. El caso de los emos es casi el mismo con la diferencia que ellos viven en constante sufrimiento. Asumo por eso que el verano les deberá caer de perillas permitiéndoles sufrir por un motivo adicional.
Otro afectado por el ardiente y asfixiante bochorno generalizado que trae el verano es el pobre empleado de oficina pues, sin importar que la temperatura este a más de 40 grados, deberá portar impecable, inmaculada e impolutamente su uniforme de trabajo que incluye camisa de cuello, corbata y saco. Estos pingüinos de verano deberán hacer peripecia y media para no sudar, sin importar que sea una reacción absolutamente natural del organismo, pues parece que los empleadores no están interesados en las reacciones corporales de sus empleados sobre todo cuando ellos si tienen aire acondicionado en sus oficinas.
Y no podía dejar de mencionar a nuestros policías y guardias de seguridad. Estos valientes paladines de la justicia deben arriesgar sus vidas a diario para defendernos de los pillos, bandidos y malhechores que merodean por nuestra ciudad, mientras sudan el mismo uniforme que para su mala suerte siempre es de invierno. Lamentablemente un guardia o policía en pantalón corto inspira menos respeto que el cabeza de pichula de canal 11 y es por eso que tienen que soportar temperaturas extremas sin chistar.
La próxima vez que me cruce con cualquiera de los descritos anteriormente, le invito una raspadilla…. Ya lo saben
El Fisgón.
Ahora que el sol ha vuelto a aparecer resplandeciente en estos días de verano y la ola de calor sofoca a todo peatón que se escuda en la sombra cual beduino en un oasis del desierto, la mayoría de limeños ha mandado al cruel destierro a toda prenda abrigadora de invierno para dar paso a aquellos memorables trapos que delinean las bamboleantes carnes de nuestro acalorados conciudadanos para bien o para mal de este curioso fisgón.
Sin embargo existen algunos emblemáticos representantes de nuestra variopinta ciudad que no se amoldan adecuadamente a esta elevación, en grados centígrados, de la temperatura. Existen aun algunos curiosos sujetos que yendo en contra de toda ley natural, persisten en achicharrarse bajo los indomables rayos de poder de nuestro ancestral dios Wiracocha vistiendo incólumes, ropas fuera de temporada no apta para la estación.
Me causa una escaldadura emocional severa ver a los Metaleros enfrentar el amarillo y caluroso verano enfundando sus representativos trajes negros mientras baten desesperados sus melenas de león africano que niega el acceso de ventilación a sus sudados cuellos. Ilógicamente es una completa afrenta al metal tan solo pensar en usar pantalones cortos, bibidis y/o sayonaras playeras por lo que vagan por la ciudad goteando y sufriendo del húmedo castigo al que sus glándulas sudoríparas los enfrenta. El caso de los emos es casi el mismo con la diferencia que ellos viven en constante sufrimiento. Asumo por eso que el verano les deberá caer de perillas permitiéndoles sufrir por un motivo adicional.
Otro afectado por el ardiente y asfixiante bochorno generalizado que trae el verano es el pobre empleado de oficina pues, sin importar que la temperatura este a más de 40 grados, deberá portar impecable, inmaculada e impolutamente su uniforme de trabajo que incluye camisa de cuello, corbata y saco. Estos pingüinos de verano deberán hacer peripecia y media para no sudar, sin importar que sea una reacción absolutamente natural del organismo, pues parece que los empleadores no están interesados en las reacciones corporales de sus empleados sobre todo cuando ellos si tienen aire acondicionado en sus oficinas.
Y no podía dejar de mencionar a nuestros policías y guardias de seguridad. Estos valientes paladines de la justicia deben arriesgar sus vidas a diario para defendernos de los pillos, bandidos y malhechores que merodean por nuestra ciudad, mientras sudan el mismo uniforme que para su mala suerte siempre es de invierno. Lamentablemente un guardia o policía en pantalón corto inspira menos respeto que el cabeza de pichula de canal 11 y es por eso que tienen que soportar temperaturas extremas sin chistar.
La próxima vez que me cruce con cualquiera de los descritos anteriormente, le invito una raspadilla…. Ya lo saben
El Fisgón.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)