Hola Fisgón,
Una de las primeras cosas que me enseñó mi mamá en casa fue que no debía pegarle a una mujer "ni con el pétalo de una rosa". Si bien queda claro que una hipérbole no debe tomarse al pie de la letra pues una palmadita por ahí o un pellizcón por allá pueden desencadenar agradables situaciones, las cuales no creo que sean importantes comentar en este momento, creo que el mensaje es claro. Una mujer no debería recibir un golpe voluntario por parte de un varón sea cual sea el escándalo al cual se le haya sometido.
Decidí partir de este postulado por que hace unos días me topé con una desagradable escenificación callejera de violencia (varón vs mujer), con levantada de mano incluida, la cual me dejó absolutamente confundido sobre el papel que me corresponde tomar en este tipo de situaciones Tarantinescas.
La primera idea que se me pasó por la cabeza fue que, si los contrincantes veían que estaba transitando a medio metro de la trifulca callejonera (por que crean que esta pelea sobrepasaba los limites de callejera y colindaba con el mejor estilo callejonero de barrio maleao) guardarían la compostura y entenderían que la calle no es el mejor lugar para negociar un tratado de paz y menos para irse a las manos sobrepasando altamente los decibeles permitidos por la Municipalidad de Miraflores y su digno representante, los amables amigos del Serenzago.
Pero mientras más me acercaba al ring de asfalto, más violenta se tornaba la situación. Y cuando faltaban menos de 2 metros para tener que enfrentarme a la terrible pregunta "...y ahora qué mierda hago", tuve la suerte de quedar cegado por una inundación de luces azules y blancas. Fue una de las primeras veces en mi vida en que no dije... "guarda esa huevada, ahí viene un Serenazgo" y pude exhalar con la tranquilidad con la que se exhala cuando se recibe un aprobado en ese examen que no pudiste estudiar y comprometía una nota final. Viendo que la gresca había sido diluida, pasé lentito y aproveché a darle un fisgoneo a la situación general para luego retirarme a mi domicilio a descansar.
Ya echado viendo tele totalmente relajado, me atormentó la duda de qué hubiera hecho si mis héroes de gorrita y chaleco fosforescente no hubieran aparecido. Hubiera tenido que enfrentar yo solo aquella situación? Me hubiera hecho el turista sonso que no entiende que esta pasando o hubiera saltado cual felino sobre el vil agresor?
Ahora que ya tengo anotado el teléfono de estos héroes sin licencia para llamarle la atención a nadie creo que me siento mas tranquilo...
El fisgón.
martes, 30 de diciembre de 2008
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Invadidos por la navidad
Hola Fisgón,
Esta semana salí de mi casa buscando algo que comer. Ya era de noche y la ciudad se encontraba iluminada con una extravagancia que rayaba con la huachafada. Automáticamente mi mano se deslizó en dirección a un bolsillo, cual vaquero en pleno duelo de pistolas, para buscar mis lentes oscuros y así defender mis ojos de la radiación a la que se me estaba exponiendo. Sin embargo la triste realidad me cayó encima como bola de helado de barquillo inestable. Era la navidad invadiendo cada espacio oscuro de la ciudad con sus rayos de paz y esperanza y yo, me encontraba atrapado dentro de ella sin siquiera haber sido consultado y sin ningún tipo de protección oftalmológica.
Este exceso luminoso arrebozado con la bulla navideña hizo que mi sistema nervioso colapse y se quede colgado por exceso de información, logró que mi intervención callejero-fisgona entre en patatús galopante hiriendo mi obturador ocular. En otras palabras, me jodió de sobremanera.
Para mala suerte, estas fiestas nos obligan a sumergirnos en un caldo de luces, color y ruido que aturden a todo transeúnte distraído cual mosca que se pega contra la pantalla de un televisor a media noche. De la misma manera nos llama, nos atrae furiosamente a entrar a las tiendas para consumir la catarata de ofertas de productos chinos en oferta que invaden los mostradores.
Y que opción le queda al pobre transeúnte que simplemente quiere comerse una sopita wantan con su combinado de chaufa con tallarín? Pues termina siendo víctima de este atentado multicolor al ritmo de villancico gringo con traducción ridícula y en su ineficaz intento de salir de esta agresión a la retina termina siendo vencido y cae en el hipnótico trance de compradores aturdidos preguntándose a quien carajo le regala esa chompita color verde que ha comprado cuando el verano ya esta calentando las axilas de los habitantes de esta Lima la gris.
Cuidado Fisgones!!!
El Fisgón
Esta semana salí de mi casa buscando algo que comer. Ya era de noche y la ciudad se encontraba iluminada con una extravagancia que rayaba con la huachafada. Automáticamente mi mano se deslizó en dirección a un bolsillo, cual vaquero en pleno duelo de pistolas, para buscar mis lentes oscuros y así defender mis ojos de la radiación a la que se me estaba exponiendo. Sin embargo la triste realidad me cayó encima como bola de helado de barquillo inestable. Era la navidad invadiendo cada espacio oscuro de la ciudad con sus rayos de paz y esperanza y yo, me encontraba atrapado dentro de ella sin siquiera haber sido consultado y sin ningún tipo de protección oftalmológica.
Este exceso luminoso arrebozado con la bulla navideña hizo que mi sistema nervioso colapse y se quede colgado por exceso de información, logró que mi intervención callejero-fisgona entre en patatús galopante hiriendo mi obturador ocular. En otras palabras, me jodió de sobremanera.
Para mala suerte, estas fiestas nos obligan a sumergirnos en un caldo de luces, color y ruido que aturden a todo transeúnte distraído cual mosca que se pega contra la pantalla de un televisor a media noche. De la misma manera nos llama, nos atrae furiosamente a entrar a las tiendas para consumir la catarata de ofertas de productos chinos en oferta que invaden los mostradores.
Y que opción le queda al pobre transeúnte que simplemente quiere comerse una sopita wantan con su combinado de chaufa con tallarín? Pues termina siendo víctima de este atentado multicolor al ritmo de villancico gringo con traducción ridícula y en su ineficaz intento de salir de esta agresión a la retina termina siendo vencido y cae en el hipnótico trance de compradores aturdidos preguntándose a quien carajo le regala esa chompita color verde que ha comprado cuando el verano ya esta calentando las axilas de los habitantes de esta Lima la gris.
Cuidado Fisgones!!!
El Fisgón
miércoles, 10 de diciembre de 2008
... A paso lento
Hola Fisgón,
Luego de haber gastado varios pares de suelas durante todos estos años de recorrido urbano es que me di cuenta que he desarrollado una velocidad pedestre envidiable. Soy de aquellos caminantes que siempre tienen que detenerse para esperar al resto de la manada o avanzar invadiendo la pista por que la acera anda atiborrada de personajes caminando a velocidades inferiores y/o casi nulas.
La semana pasada andaba yo caminando por una avenida concurrida cuando me tope con un grupo de señoras adultas que ocupaban la calzada completa y que avanzaban en la misma dirección que yo, pero con el freno de mano puesto y sin la menor intención de llegar a ningún lado, asumo yo. En ese momento me decidí a intervenir la pista para adelantar tremenda pared de la que solo puedo referir un olor a colonia de vieja con atisbos de ese talco que odie desde mi infancia. Sin embargo, esta vez preferí entregarme a la velocidad mínima sostenible, enganchar y poner primera para entrar dentro de esta procesión sin señor ni milagro. Era casi como estar en una película de cine independiente donde la cámara avanza sin cortes de manera lenta y continua permitiendo una perspectiva diferente de la ciudad.
Lo primero que pude notar fue que cruzar las esquinas es una tarea muy tediosa y complicada pues los carros no le guardan respeto alguno al peatón lento. Generalmente, estos peatones terminan cruzando la pista cuando alguno de los elementos que componen a esta manada decide mandar a la mierda a todo el parque automotor haciendo una señal de pare con la mano y levantando una queja airada al pobre conductor que tuvo que hacer una frenada intempestiva.
Lo segundo que pude notar es que a menor velocidad de avance, mayor es la incidencia en la oferta de todo tipo de estupideces que la gente anda vendiendo por la calle. Esto significa que los vendedores de rosas, chicles, ole oles, caramelos pasados, tejas de chocolate, libros pirateados, etc prefieren atacar a los caminantes de lenta cadencia, acompañándolos durante media cuadra para tratar de convencerlo de que le compren algún articulo inútil.
Otro peligro al que se enfrentan estos caminantes son a una nueva suerte de mercenarios que andan pululando las esquinas mas concurridas de las ciudades... los jaladores. Jalador es aquel representante de ventas de algún comercio de baja calidad que instiga al pobre peatón a acercarse a la tienda para consumir un producto que no requiere, necesita ni ha solicitado. Su trabajo termina cuando casi obliga al atacado, a ingresar al local y consumir el servicio innecesariamente ofrecido. Mi recomendación es hacerse el sordo y no quitar la vista de la calzada ya que, media cuadra después de gastar por completo sus líneas de venta de telemercado chicha, terminan por desistir para atacar a otro caminante lento que haya ingresado a su zona de acción.
Finalmente, este viaje se termino cuando intempestivamente las señoras decidieron ingresar a un aburrido café de la zona. Automáticamente el sistema de velocidad crucero se desactivo y fui victima de la aceleración natural de la que hable líneas arriba no pudiendo detener el paso hasta llegar al punto final de mi trayecto.
A veces por ir muy rápido, no nos detenemos a mirar. Pero a veces por ir muy lento nos arriesgamos a sufrir el ataque de una ciudad que definitivamente, no se ha diseñado para lentitos.
El Fisgón
Luego de haber gastado varios pares de suelas durante todos estos años de recorrido urbano es que me di cuenta que he desarrollado una velocidad pedestre envidiable. Soy de aquellos caminantes que siempre tienen que detenerse para esperar al resto de la manada o avanzar invadiendo la pista por que la acera anda atiborrada de personajes caminando a velocidades inferiores y/o casi nulas.
La semana pasada andaba yo caminando por una avenida concurrida cuando me tope con un grupo de señoras adultas que ocupaban la calzada completa y que avanzaban en la misma dirección que yo, pero con el freno de mano puesto y sin la menor intención de llegar a ningún lado, asumo yo. En ese momento me decidí a intervenir la pista para adelantar tremenda pared de la que solo puedo referir un olor a colonia de vieja con atisbos de ese talco que odie desde mi infancia. Sin embargo, esta vez preferí entregarme a la velocidad mínima sostenible, enganchar y poner primera para entrar dentro de esta procesión sin señor ni milagro. Era casi como estar en una película de cine independiente donde la cámara avanza sin cortes de manera lenta y continua permitiendo una perspectiva diferente de la ciudad.
Lo primero que pude notar fue que cruzar las esquinas es una tarea muy tediosa y complicada pues los carros no le guardan respeto alguno al peatón lento. Generalmente, estos peatones terminan cruzando la pista cuando alguno de los elementos que componen a esta manada decide mandar a la mierda a todo el parque automotor haciendo una señal de pare con la mano y levantando una queja airada al pobre conductor que tuvo que hacer una frenada intempestiva.
Lo segundo que pude notar es que a menor velocidad de avance, mayor es la incidencia en la oferta de todo tipo de estupideces que la gente anda vendiendo por la calle. Esto significa que los vendedores de rosas, chicles, ole oles, caramelos pasados, tejas de chocolate, libros pirateados, etc prefieren atacar a los caminantes de lenta cadencia, acompañándolos durante media cuadra para tratar de convencerlo de que le compren algún articulo inútil.
Otro peligro al que se enfrentan estos caminantes son a una nueva suerte de mercenarios que andan pululando las esquinas mas concurridas de las ciudades... los jaladores. Jalador es aquel representante de ventas de algún comercio de baja calidad que instiga al pobre peatón a acercarse a la tienda para consumir un producto que no requiere, necesita ni ha solicitado. Su trabajo termina cuando casi obliga al atacado, a ingresar al local y consumir el servicio innecesariamente ofrecido. Mi recomendación es hacerse el sordo y no quitar la vista de la calzada ya que, media cuadra después de gastar por completo sus líneas de venta de telemercado chicha, terminan por desistir para atacar a otro caminante lento que haya ingresado a su zona de acción.
Finalmente, este viaje se termino cuando intempestivamente las señoras decidieron ingresar a un aburrido café de la zona. Automáticamente el sistema de velocidad crucero se desactivo y fui victima de la aceleración natural de la que hable líneas arriba no pudiendo detener el paso hasta llegar al punto final de mi trayecto.
A veces por ir muy rápido, no nos detenemos a mirar. Pero a veces por ir muy lento nos arriesgamos a sufrir el ataque de una ciudad que definitivamente, no se ha diseñado para lentitos.
El Fisgón
jueves, 27 de noviembre de 2008
Y pasó en una esquina
Hola fisgón,
La semana pasada salí a caminar tratando de no distraerme y así poder prestar atención a las cosas que nadie atiende. Era una noche de sala llena, todas las esquinas y calles mantenían un caudal grueso de personajes heterogéneos. Me crucé con el loco de la zona quien estaba encendido dando un delirante discurso mientras buscaba con los ojos a alguna persona que estuviera dispuesta a prestarle atención. Llamaron también mi atención unos emos calentando motores y haciendo alarde de novedosos peinados con sus polos de Los Ramones y sus pines de Hello Kitty. Pero lo que me despertó gran curiosidad fue una aglomeración de gente estacionada en una esquina sin estar realizando ningún tipo de actividad, simplemente era gente parada en la esquina, sin ningún motivo aparente, sin nada que los mantuviera conectados a unos de otros, sin algún fin común ni algún líder que llevara la batuta de la inmovilización que estaban generando. Simplemente estaban parados ahí en una esquina pasando el tiempo como lo podrían haber estado haciendo en un café, una sala de casa o una banca de parque.
Mientras caminaba entre ellos cuestionando su comportamiento, se me ocurrió algo mucho más interesante. Se me ocurrió que si yo quería, sin pedir permiso ni tener brevete para estacionarme, tenía la oportunidad de no hacer ningún esfuerzo y detenerme a compartir con ellos la inactividad. Quedarme de pie en la mitad de la esquina a observar el espectáculo que había congregado a tanta gente.
Una vez elegido mi metro cuadrado, parqueé mi humanidad en la esquina donde esta la puerta principal de Ripley de Miraflores y automáticamente me zambullí en una película de historias múltiples donde las escenas estaban a disposición de la valiente cámara que las quiera registrar.
La primera imagen que llamo mi atención fue a una señora con 2 menores bastante escurridizos que habían elegido esa esquina como zona de juego. Estaban jugando a las chapadas con un grado de dificultad 6 (sobre 10) pues los otros "estacionados" conformábamos barreras naturales que no podían ser traspasadas y debían ser sorteadas por el "chapador" de turno. Es casi mágico ver como dos niños se entregan al juego como si fuera de vida o muerte cumplir con el rol que les corresponde. Saltos casi mortales, resbaladas por el suelo a la manera de los súper campeones o a las barridas de los basebolistas profesionales, una entrega y un pundonor que deja en vergüenza a la alicaída selección de fútbol nacional.
Vire 32.71 grados al lente curioso de mi cámara y me encontré con 3 chicas definiendo el plan nocturno como si fuera una sociedad o secta que tiene que presentar sustento sobre cualquier comentario vertido y luego poner dichas propuestas a votación general. Parecía que había cargos o roles dentro de esta pequeña sociedad pues una de estas chicas hablaba frenéticamente por teléfono con algún contacto que debiera, asumo yo, encontrarse en alguna otra esquina de la ciudad. Esa escena me hizo reflexionar en que yo tampoco sabia como iba a entretenerme esa noche de fin de semana, pero preferí dejar la preocupación de lado y quedarme un momento mas observando que otras imágenes me ofrecía la esquina.
La cámara hizo un giro de 180 grados y me encontré con una señora mayor sumida en la ardua tarea de acomodar (asumo yo) las barbas de su sostén sin el mas mínimo pudor. Esta imagen me hizo rápidamente cambiar de escena.
Vi a un despistado adulto mayor lleno de bolsas y paquetes buscando con la mirada alguna tabla salvadora que lo ayude a salir de aquel aprieto. No puedo confirmarlo pero juraría que soltó un par de improperios sobre su acompañante y pareciera que no fuera un fanático comprador compulsivo si no por el contrario, detestaba la situación general que lo irritaba más que un desodorante barato.
Cuando ya estaba totalmente a mis anchas bien acomodado en mi metro cuadrado, un vendedor ambulante distrajo mi atención al abalanzarse con unas tejas de chocolate y un parlamento sobre su miserable situación que terminó por interrumpir mi estado de inercia llevándome a un estado de movimiento acelerado constante al cual llamo caminar.
Ese fue el fin de mi estadía en el mundo de la inercia de esquina. Fue como salir de una dimensión detenida en el tiempo y caer de golpe a una situación general de esta masa de gente parada en una esquina cualquiera haciendo nada. Sin embargo debo confesar que fue una estadía bastante divertida y relajada que recomiendo a cualquier transeúnte agobiado por la vorágine de luces y sonidos chillones de las noches en las calles de Lima.
El fisgón.
La semana pasada salí a caminar tratando de no distraerme y así poder prestar atención a las cosas que nadie atiende. Era una noche de sala llena, todas las esquinas y calles mantenían un caudal grueso de personajes heterogéneos. Me crucé con el loco de la zona quien estaba encendido dando un delirante discurso mientras buscaba con los ojos a alguna persona que estuviera dispuesta a prestarle atención. Llamaron también mi atención unos emos calentando motores y haciendo alarde de novedosos peinados con sus polos de Los Ramones y sus pines de Hello Kitty. Pero lo que me despertó gran curiosidad fue una aglomeración de gente estacionada en una esquina sin estar realizando ningún tipo de actividad, simplemente era gente parada en la esquina, sin ningún motivo aparente, sin nada que los mantuviera conectados a unos de otros, sin algún fin común ni algún líder que llevara la batuta de la inmovilización que estaban generando. Simplemente estaban parados ahí en una esquina pasando el tiempo como lo podrían haber estado haciendo en un café, una sala de casa o una banca de parque.
Mientras caminaba entre ellos cuestionando su comportamiento, se me ocurrió algo mucho más interesante. Se me ocurrió que si yo quería, sin pedir permiso ni tener brevete para estacionarme, tenía la oportunidad de no hacer ningún esfuerzo y detenerme a compartir con ellos la inactividad. Quedarme de pie en la mitad de la esquina a observar el espectáculo que había congregado a tanta gente.
Una vez elegido mi metro cuadrado, parqueé mi humanidad en la esquina donde esta la puerta principal de Ripley de Miraflores y automáticamente me zambullí en una película de historias múltiples donde las escenas estaban a disposición de la valiente cámara que las quiera registrar.
La primera imagen que llamo mi atención fue a una señora con 2 menores bastante escurridizos que habían elegido esa esquina como zona de juego. Estaban jugando a las chapadas con un grado de dificultad 6 (sobre 10) pues los otros "estacionados" conformábamos barreras naturales que no podían ser traspasadas y debían ser sorteadas por el "chapador" de turno. Es casi mágico ver como dos niños se entregan al juego como si fuera de vida o muerte cumplir con el rol que les corresponde. Saltos casi mortales, resbaladas por el suelo a la manera de los súper campeones o a las barridas de los basebolistas profesionales, una entrega y un pundonor que deja en vergüenza a la alicaída selección de fútbol nacional.
Vire 32.71 grados al lente curioso de mi cámara y me encontré con 3 chicas definiendo el plan nocturno como si fuera una sociedad o secta que tiene que presentar sustento sobre cualquier comentario vertido y luego poner dichas propuestas a votación general. Parecía que había cargos o roles dentro de esta pequeña sociedad pues una de estas chicas hablaba frenéticamente por teléfono con algún contacto que debiera, asumo yo, encontrarse en alguna otra esquina de la ciudad. Esa escena me hizo reflexionar en que yo tampoco sabia como iba a entretenerme esa noche de fin de semana, pero preferí dejar la preocupación de lado y quedarme un momento mas observando que otras imágenes me ofrecía la esquina.
La cámara hizo un giro de 180 grados y me encontré con una señora mayor sumida en la ardua tarea de acomodar (asumo yo) las barbas de su sostén sin el mas mínimo pudor. Esta imagen me hizo rápidamente cambiar de escena.
Vi a un despistado adulto mayor lleno de bolsas y paquetes buscando con la mirada alguna tabla salvadora que lo ayude a salir de aquel aprieto. No puedo confirmarlo pero juraría que soltó un par de improperios sobre su acompañante y pareciera que no fuera un fanático comprador compulsivo si no por el contrario, detestaba la situación general que lo irritaba más que un desodorante barato.
Cuando ya estaba totalmente a mis anchas bien acomodado en mi metro cuadrado, un vendedor ambulante distrajo mi atención al abalanzarse con unas tejas de chocolate y un parlamento sobre su miserable situación que terminó por interrumpir mi estado de inercia llevándome a un estado de movimiento acelerado constante al cual llamo caminar.
Ese fue el fin de mi estadía en el mundo de la inercia de esquina. Fue como salir de una dimensión detenida en el tiempo y caer de golpe a una situación general de esta masa de gente parada en una esquina cualquiera haciendo nada. Sin embargo debo confesar que fue una estadía bastante divertida y relajada que recomiendo a cualquier transeúnte agobiado por la vorágine de luces y sonidos chillones de las noches en las calles de Lima.
El fisgón.
lunes, 24 de noviembre de 2008
Obertura: Que onda con los extranjeros
Hola fisgón,
Quiero comenzar esta primera edición de EL FISGON explicando los motivos por los cuales se me ocurrió escribir algo sin antes por peguntar "a quien le puede interesar lo que yo digo".
Desde hace ya mucho tiempo me he vuelto un fanático peatón, un viajero de cortas distancias a quien no le importa mucho el destino. Me gusta caminar por el simple hecho de disfrutar el trayecto como si se tratara de una película viva y basta con voltear mi cara para apuntar (con mi zoom miope) a la escena que yo como director he decidido darle foco. Es por eso que puedo aprovechar un ridículo viaje acacito nomás (al Vivanda, al cafecito, a pagar huevadas o a donde se me de la gana) para grabar mi siguiente película cero presupuesto.
El tema que voy a tocar esta vez es el trato que se le da a los turistas.
Voy a partir por una premisa que hasta el día de hoy no entiendo bajo que fundamentos ni teorías se sostiene: - Todo extranjero (sin importar su nacionalidad, sexo, raza, religión, estado civil, color de pelo, edad, talla entre otros...) que viene al Perú, no tiene tanto interés en conocer toda la riqueza cultural de la que vivimos rodeados y que solemos ignorar... no, ellos solo vienen con la intención de tener relaciones de carácter sexual conmigo.
Y creo que desarrollando esta "teoría" los postulados que la defienden son los siguientes:
1.- Ha venido de tan lejos y seguro siente la necesidad de sexo después de tanto tiempo.
2.- Vienen al Perú a probar la experiencia latina, llámese caribean boy, descendiente del inca o al mestizo acholado que no existe en los países nórdicos lo que esta tan bien cotizado en el mundo.
3.- Si se tira a alguien nadie se va a enterar y eso es motivo suficiente para solo tirar.
4- Lo defiende la ley internacional de que si tienes relaciones sexuales fuera de tu país, eso no es sacar la vuelta.
5.- Al extranjero le gustan los feos y que coincidencia, yo soy uno de ellos.
6.- Visa de trabajo a la vista!!! Algo así como si vinieran a hacer obras de labor social.
7.- Como siempre están leyendo tan tranquilos, asumo que están aburriéndose y quien mejor que yo para darle diversión por camionadas.
8.- Usan muy poca ropa no por que tengan frío si no que desean despertar el libido de los demás.
Me aventuraría a proponer muchos mas postulados optimistas, pero al que me aferro con plena seguridad (y disculpen mi tan atrevida teoría) es a la simple idea que han venido al Perú a conocer un país con un bagaje cultural importantísimo que ha dejado restos históricos realmente impresionantes, los cuales nos colocan como una de las 7 maravillosas de la ya achacosa y enferma tierra.
Dicho postulado me lleva a levantar algunas inquietudes:
1.- Acaso a alguno de ustedes se les ocurriría volar 20 horas pagando un pasaje bastante caro para cruzar el mar Atlántico y llegar al lejano y exótico Egipto, con la única idea de tener relaciones con una egipcia común y silvestre y de paso ya que andamos por allá, ver una pirámide o algún camello?
2.- No se viaja a las sabanas del África a ver hipopótamos, jabalíes, leones e indios semi desnudos o lo que realmente buscamos es tirar con la primera persona que nos reciba en el aeropuerto?
3.- Si yo viajara para simplemente tener relaciones sexuales, no debiera elegir un destino un poco mas ad hoc a este fin como por ejemplo Cancún, Las Vegas y/o algún crucero de solteros?
4.- Alguna vez se te ha acercado una extranjera con una propuesta absolutamente indecorosa?
5.- Si en tu país no eres exitoso galán o galana, que te hace pensar que para un extranjero tus características físicas son tan deliciosas e irresistibles?
6.- Creemos realmente que por acosar, hostigar, meter mano o tocar una teta estamos incrementando nuestras posibilidades de sexo desenfrenado al mejor estilo Wild On?
Entonces supongamos, por un momento nada más, que yo tuviera razón y realmente los extranjeros no tuvieran unas locas ganas de tomar parte en una jornada tórrida de revolcones al mayor estilo criollo. Que simplemente tuvieron la loca y patética idea de venir hasta el Perú para conocer Machu Picchu, Sacsayhuaman, las líneas de Nazca, Ollantaytambo, Mancora y sus playas de fantasía. Que tener sexo casual y al paso no estan incluido dentro de su bitácora de viaje. Que 5 mujeres extranjeras solas sentadas en la plaza no son una jauría hambrienta en busca de placeres amatorios, si no que extrañamente y contra todo pronostico, son simplemente 5 mujeres solas sentadas en la plaza.
Se imaginan como se podrán sentir los pobres extranjeros y que opinión se estarían llevando de nuestro país, luego de recibir gratuitamente un sin numero de proposiciones y tocaderas de zonas pudendas cuando su plan inicial era poder tomarse esa típica foto de postal en la puerta de Machu Picchu que todos nosotros guardamos en nuestros marcos de fotos y facebooks?
Como les digo, cuando uno camina por las calles observando, siempre puede detenerse a mirar cosas que a uno lo acongojan, causan gracia y espanto. En este caso me toco espantarme y creo que a los pobres extranjeros no les debiera tocar vivir estas experiencias, sobre todo cuando han venido al Perú a hacer turismo, conocer otras culturas, divertirse y pasar un buen momento gastando de paso su dolarcitos que tanta falta nos hacen.
El Fisgón
Quiero comenzar esta primera edición de EL FISGON explicando los motivos por los cuales se me ocurrió escribir algo sin antes por peguntar "a quien le puede interesar lo que yo digo".
Desde hace ya mucho tiempo me he vuelto un fanático peatón, un viajero de cortas distancias a quien no le importa mucho el destino. Me gusta caminar por el simple hecho de disfrutar el trayecto como si se tratara de una película viva y basta con voltear mi cara para apuntar (con mi zoom miope) a la escena que yo como director he decidido darle foco. Es por eso que puedo aprovechar un ridículo viaje acacito nomás (al Vivanda, al cafecito, a pagar huevadas o a donde se me de la gana) para grabar mi siguiente película cero presupuesto.
El tema que voy a tocar esta vez es el trato que se le da a los turistas.
Voy a partir por una premisa que hasta el día de hoy no entiendo bajo que fundamentos ni teorías se sostiene: - Todo extranjero (sin importar su nacionalidad, sexo, raza, religión, estado civil, color de pelo, edad, talla entre otros...) que viene al Perú, no tiene tanto interés en conocer toda la riqueza cultural de la que vivimos rodeados y que solemos ignorar... no, ellos solo vienen con la intención de tener relaciones de carácter sexual conmigo.
Y creo que desarrollando esta "teoría" los postulados que la defienden son los siguientes:
1.- Ha venido de tan lejos y seguro siente la necesidad de sexo después de tanto tiempo.
2.- Vienen al Perú a probar la experiencia latina, llámese caribean boy, descendiente del inca o al mestizo acholado que no existe en los países nórdicos lo que esta tan bien cotizado en el mundo.
3.- Si se tira a alguien nadie se va a enterar y eso es motivo suficiente para solo tirar.
4- Lo defiende la ley internacional de que si tienes relaciones sexuales fuera de tu país, eso no es sacar la vuelta.
5.- Al extranjero le gustan los feos y que coincidencia, yo soy uno de ellos.
6.- Visa de trabajo a la vista!!! Algo así como si vinieran a hacer obras de labor social.
7.- Como siempre están leyendo tan tranquilos, asumo que están aburriéndose y quien mejor que yo para darle diversión por camionadas.
8.- Usan muy poca ropa no por que tengan frío si no que desean despertar el libido de los demás.
Me aventuraría a proponer muchos mas postulados optimistas, pero al que me aferro con plena seguridad (y disculpen mi tan atrevida teoría) es a la simple idea que han venido al Perú a conocer un país con un bagaje cultural importantísimo que ha dejado restos históricos realmente impresionantes, los cuales nos colocan como una de las 7 maravillosas de la ya achacosa y enferma tierra.
Dicho postulado me lleva a levantar algunas inquietudes:
1.- Acaso a alguno de ustedes se les ocurriría volar 20 horas pagando un pasaje bastante caro para cruzar el mar Atlántico y llegar al lejano y exótico Egipto, con la única idea de tener relaciones con una egipcia común y silvestre y de paso ya que andamos por allá, ver una pirámide o algún camello?
2.- No se viaja a las sabanas del África a ver hipopótamos, jabalíes, leones e indios semi desnudos o lo que realmente buscamos es tirar con la primera persona que nos reciba en el aeropuerto?
3.- Si yo viajara para simplemente tener relaciones sexuales, no debiera elegir un destino un poco mas ad hoc a este fin como por ejemplo Cancún, Las Vegas y/o algún crucero de solteros?
4.- Alguna vez se te ha acercado una extranjera con una propuesta absolutamente indecorosa?
5.- Si en tu país no eres exitoso galán o galana, que te hace pensar que para un extranjero tus características físicas son tan deliciosas e irresistibles?
6.- Creemos realmente que por acosar, hostigar, meter mano o tocar una teta estamos incrementando nuestras posibilidades de sexo desenfrenado al mejor estilo Wild On?
Entonces supongamos, por un momento nada más, que yo tuviera razón y realmente los extranjeros no tuvieran unas locas ganas de tomar parte en una jornada tórrida de revolcones al mayor estilo criollo. Que simplemente tuvieron la loca y patética idea de venir hasta el Perú para conocer Machu Picchu, Sacsayhuaman, las líneas de Nazca, Ollantaytambo, Mancora y sus playas de fantasía. Que tener sexo casual y al paso no estan incluido dentro de su bitácora de viaje. Que 5 mujeres extranjeras solas sentadas en la plaza no son una jauría hambrienta en busca de placeres amatorios, si no que extrañamente y contra todo pronostico, son simplemente 5 mujeres solas sentadas en la plaza.
Se imaginan como se podrán sentir los pobres extranjeros y que opinión se estarían llevando de nuestro país, luego de recibir gratuitamente un sin numero de proposiciones y tocaderas de zonas pudendas cuando su plan inicial era poder tomarse esa típica foto de postal en la puerta de Machu Picchu que todos nosotros guardamos en nuestros marcos de fotos y facebooks?
Como les digo, cuando uno camina por las calles observando, siempre puede detenerse a mirar cosas que a uno lo acongojan, causan gracia y espanto. En este caso me toco espantarme y creo que a los pobres extranjeros no les debiera tocar vivir estas experiencias, sobre todo cuando han venido al Perú a hacer turismo, conocer otras culturas, divertirse y pasar un buen momento gastando de paso su dolarcitos que tanta falta nos hacen.
El Fisgón
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